miércoles, 15 de junio de 2011

Entonces, das la vuelta y te vas.

De nuevo esa escena, callejón poco iluminado, graba en el suelo, delatan nuestros pasos. Una mano en el bolsillo, la otra un papel lleno de excusas que ni tú entiendes. Después de todo, me has enseñado mucho, he aprendido a valorar aún más a mis amigos, a querer un poquito a mis enemigos y llenarme de valentía al decirte lo que siento. La lluvia cae, mi chaqueta está empapada, pero mi cuerpo ya lo estaba de lágrimas. Tengo los ojos como alfileres, sé que ella llegará cuando menos lo desee y me hará que llore. Pero no puedo competir, la conoces de antes, es guapa, y por lo que me cuentas, simpática. Pero.. ¿Cómo puedo odiar a alguien que ni siquiera conozco? Tus manos se desenvuelven, hacen que las mías tiemblen, y me sonríes, lo haces porque sabes que así, al menos, yo lo haré después. No tengo muchas palabras, describirte como palpitaba mi corazón, sería como describir uno de esos documentales que ponen en la 2 a la hora de la siesta, uno de esos que habla sobre la rapidez de las alas de un colibrí. Es dificil explicarte la pesadez de mis párpados cansados. Y aún más dificil es decirte porque lo hago. Porque te amo como si fuera lo ultimo que hago en esta vida. Me dejé llevar por la pasión de tus besos. No creo que puedas olvidarte de mí. Aunque digas que tienes la memoria más simple de todo el mundo, aunque digas que ya no recuerdas el color exacto de mis ojos. Y sigo llorando, porque así, solo así, sé que estarás conmigo en la distancia.

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Mi vida es mía y de nadie más

¿Quién ha dicho
que no puedo?, si quiero ahora mismo pongo mi canción favorita, tan alta como se pueda y empiezo a cantarla a gritos si eso me hace feliz, ahora mismo puedo desenamorarme, llamar a cualquier chico que conozca y finjir estar enamorada de él, ¿Quién me lo impide?, puedo comerme ahora una enorme tarrina de helado de chocolate y no sentirme culpable, fumarme uno tras otro los cigarros que quedan en mi cajetilla, puedo quedarme despierta hasta las cinco de la mañana si me apetece, ¿Quién va a ser capaz de juzgarme?, puedo ponerme un vestido más corto de lo permitido y parecer una princesa, y bailar claqué en una calle alborotada de gente, sin música, sin saber bailar, sin importarme quién me mire, puedo ir a un parque sólo para sentir que vuelo en los columpios, para volver a mi infacia tan solo unos segundos, o ir al cine sólo para estar en la oscuridad y no sentirme sola, quedar con diez chicos a la misma hora y dejarlos a todos plantados por dar un paseo con mi perro, ¿Quién ha dicho que eso no es normal?, sinceramente prefiero hacer cosas fuera de lo normal, porque la palabra normal suena aburrida, ¿Quién ha dicho que no soy libre?, ¿Quién?, ¿Quién ha dicho que no puedo?