domingo, 27 de febrero de 2011

¿Me echaste de menos?


Por fin sola. Me dirigí hacia la cocina, cogí una pequeña taza de porcelana y la llené de chocolate caliente. Olí aquel olor que desprendía y pensé nada como un buen chocolate caliente en este inmenso frío de invierno. Eran las 21:58, una buena hora. Me senté en el sofá y estiré las piernas apoyándolas justo encima de mi cojín aterciopelado. Miré hacia la ventana y tan solo podía contemplar el bello follaje nevado a la luz de luna. El árbol de navidad deslumbraba en todo el salón, aquellos adornos tan simples pero que te llenaban del espíritu navideño. Sorbí un poco de chocolate y note como todo mi cuerpo se iba relajando. Encendí la tele y puse una película navideña, tan hermosa y familiar como uno se espera al oír la palabra navidad.
Llamaron al timbre, un mal momento para mi, pues estaba tan a gusto en mi sofá...
Me levanté un poco fustrada y preguntándome quién llamaría a estas horas de la noche.
Al abrir la puerta me lleve una gran sorpresa tan fuerte que se me calló mi taza de chocolate caliente tan sabroso al suelo haciendo que se escuchase un fuerte sonido hueco.
Era él, el hombre que me abandonó para irse a París por temas de trabajo diciéndome que volvería pero nunca lo hizo. Quise hablar pero no pude, estaba demasiado impresionada como para poder pronunciar una mísera palabra.
Vestía con un traje de chaqueta de buena calidad y en su mano sujetaba un pequeño ramo de flores, concretamente rosas rojas, era el hombre perfecto, tenía una melena rubia y unos ojos verdes que miraban con deseo, sus labios son extrañamente misterios pero aún así enloquecen.
-Hola- dijo tímidamente.
-¿Qué haces aquí?
-He venido para cumplir mi promesa. 
-Han pasado dos años.. y me dijiste que tan solo serían cuatro meses.
-Lo siento, tuve unos problemas y...
-¡Cállate! No quiero que me des explicaciones, me has hecho mucho daño -le dije mientras me caía una lágrima.
-Lo sé.. y cada día me arrepiento más de haberte dejado ir.. - dijo con impotencia.
-Te estado esperando día tras día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi vida es mía y de nadie más

¿Quién ha dicho
que no puedo?, si quiero ahora mismo pongo mi canción favorita, tan alta como se pueda y empiezo a cantarla a gritos si eso me hace feliz, ahora mismo puedo desenamorarme, llamar a cualquier chico que conozca y finjir estar enamorada de él, ¿Quién me lo impide?, puedo comerme ahora una enorme tarrina de helado de chocolate y no sentirme culpable, fumarme uno tras otro los cigarros que quedan en mi cajetilla, puedo quedarme despierta hasta las cinco de la mañana si me apetece, ¿Quién va a ser capaz de juzgarme?, puedo ponerme un vestido más corto de lo permitido y parecer una princesa, y bailar claqué en una calle alborotada de gente, sin música, sin saber bailar, sin importarme quién me mire, puedo ir a un parque sólo para sentir que vuelo en los columpios, para volver a mi infacia tan solo unos segundos, o ir al cine sólo para estar en la oscuridad y no sentirme sola, quedar con diez chicos a la misma hora y dejarlos a todos plantados por dar un paseo con mi perro, ¿Quién ha dicho que eso no es normal?, sinceramente prefiero hacer cosas fuera de lo normal, porque la palabra normal suena aburrida, ¿Quién ha dicho que no soy libre?, ¿Quién?, ¿Quién ha dicho que no puedo?