miércoles, 26 de octubre de 2011

El destino no lo cambias ni tu ni nadie...

Con el tiempo aprendes que en la vida predominan los errores, que el fuego quema y que el agua en exceso ahoga. Que no hay sonrisas que después traigan consecuencias, que las lágrimas abundan, y que la felicidad nunca llega del todo. Que los besos que necesitas no son los que recibes, que lo que deseas no lo tienes, y lo que quieres te cuesta conseguirlo. A día de hoy las cosas son difíciles y quien diga lo contrario miente, porque nadie, absolutamente nadie tiene lo que quiere. Las palabras dichas al azar, los gritos lanzados al viento, los pasos sin rumbo, las calles llenas de murmullo, el mundo girando, la vida llevando su curso como un río que siempre fluye y nunca para, las obligaciones, las preocupaciones, los sueños, los días, las horas; todo se consume como una cerilla, algo que se enciende rápido y que poco a poco se apaga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi vida es mía y de nadie más

¿Quién ha dicho
que no puedo?, si quiero ahora mismo pongo mi canción favorita, tan alta como se pueda y empiezo a cantarla a gritos si eso me hace feliz, ahora mismo puedo desenamorarme, llamar a cualquier chico que conozca y finjir estar enamorada de él, ¿Quién me lo impide?, puedo comerme ahora una enorme tarrina de helado de chocolate y no sentirme culpable, fumarme uno tras otro los cigarros que quedan en mi cajetilla, puedo quedarme despierta hasta las cinco de la mañana si me apetece, ¿Quién va a ser capaz de juzgarme?, puedo ponerme un vestido más corto de lo permitido y parecer una princesa, y bailar claqué en una calle alborotada de gente, sin música, sin saber bailar, sin importarme quién me mire, puedo ir a un parque sólo para sentir que vuelo en los columpios, para volver a mi infacia tan solo unos segundos, o ir al cine sólo para estar en la oscuridad y no sentirme sola, quedar con diez chicos a la misma hora y dejarlos a todos plantados por dar un paseo con mi perro, ¿Quién ha dicho que eso no es normal?, sinceramente prefiero hacer cosas fuera de lo normal, porque la palabra normal suena aburrida, ¿Quién ha dicho que no soy libre?, ¿Quién?, ¿Quién ha dicho que no puedo?